Inestabilidad Atloaxoidea

Associated Terms:
Luxación A-A, Apófisis Odontoides Aplásica, Aplasia de la Apófisis Odontoides, Apófisis Odontoides Fracturada, Luxación C1-C2

Resumen

La inestabilidad atloaxoidea es un problema poco común de los perros en el que hay un movimiento anómalo en el cuello, entre el atlas (primera vértebra cervical) y el axis (segunda vértebra). Esta inestabilidad permite la flexión anómala entre los dos huesos, lo que hace que la médula espinal se comprima. La gravedad del daño causado a la médula espinal depende de la cantidad de presión y de la duración del trastorno.

La articulación atloaxoidea suele estar estabilizada por una prominencia que se origina en el axis, llamada apófisis odontoides o diente del axis, que encaja en el atlas, y también por varios ligamentos entre los dos huesos. Existen dos causas para la inestabilidad: el traumatismo y los defectos de nacimiento. La inestabilidad traumática se produce tras la flexión contundente de la cabeza, que causa la fractura del diente o de otra parte del axis, y/o la rotura de los ligamentos. Esta forma de inestabilidad puede presentarse en cualquier raza, a cualquier edad.

Algunas anomalías congénitas pueden predisponer que se produzca esta inestabilidad con un nivel de traumatismo muy pequeño (p. ej., saltando del sofá o si otro perro le salta encima). Estas anomalías incluyen la ausencia o la malformación del diente, o la falta de fijaciones normales entre las dos vértebras. El factor predisponente más común es la ausencia del diente o su pequeño tamaño. Este problema se ve principalmente en perros de razas pequeñas; las razas con más casos reportados son los Yorkshire terrier, los chihuahuas, los caniches enanos, los pomerania y los pequineses. Los perros con anomalías congénitas suelen mostrar signos clínicos con menos de un año de edad.

Manifestaciones Clínicas

La gravedad de los síntomas puede variar. La aparición de los síntomas puede ser gradual o muy repentina. El dolor de cuello es el más común. Puede ser el único síntoma; sin embargo, el grado de dolor puede ser intenso. Se presentan diversos grados de descoordinación y debilidad o parálisis desde el cuello hacia abajo. Si se produce la parálisis completa de las cuatro extremidades, también hay parálisis del diafragma y el animal no puede respirar. Con frecuencia, estos perros mueren de forma muy repentina antes de que puedan recibir atención médica. Algunos perros pueden sufrir colapsos intermitentes.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en las características básicas (raza y edad), los antecedentes, los síntomas y radiografías.

  • En las radiografías puede verse la desviación o inclinación dorsal del axis y el aumento del espacio entre el atlas y el axis (figuras 1 y 2).
  • Puede que el diente sea pequeño o no exista, o tal vez haya fracturas visibles.
  • Pueden usarse determinadas vistas para resaltar estos cambios, como flexionar suavemente el cuello o hacer radiografías desde un ángulo o en una vista con la boca abierta. Hay que tener mucho cuidado para evitar usar fuerzas de flexión excesivas.
  • Una TC también puede ser valiosa para examinar las vértebras en busca de otras posibles deformidades.
Figura 1: Ángulo extremo Diente del axis Aumento del ángulo entre la 1.ª y la 2.ª vértebra, con flexión del conducto que causa la compresión de la médula espinal. No hay diente; en la cara craneal donde suele proyectarse el diente hay un borde redondeado.
Figura 2: Ausencia del diente del axis Obsérvese el ángulo entre la primera y la segunda vértebra. Este perro no tiene diente del axis.
Tratamentio
Figura 3a: Radiografías posoperatorias de dos tornillos transarticulares colocados del atlas al axis desde la superficie ventral.

El tratamiento puede ser conservador o quirúrgico. El tratamiento conservador se recomienda con más frecuencia cuando los signos clínicos son leves o el tratamiento quirúrgico no es posible porque el animal tiene otros problemas médicos. El animal debe guardar reposo estricto en jaula y llevar un collarín cervical durante varias semanas. También pueden usarse esteroides y analgésicos y es posible que haya que proteger al animal frente a los traumatismos de forma indefinida. Se han notificado recuperaciones completas, incluso en el caso de perros con signos graves, pero también hay perros cuyo estado no cambia o incluso se deteriora. Con una inestabilidad continua, existe el riesgo de luxación repentina de la columna, con parálisis aguda y la muerte. Las posibles complicaciones incluyen:

  • inestabilidad continua
  • estabilización inadecuada con el collarín
  • compresión crónica de la médula espinal
  • no consolidación de las fracturas del diente o el cuerpo del axis
  • se ven con frecuencia heridas por los vendajes y úlceras en el ojo relacionadas con la férula/el collarín cervical

Debido a la posibilidad de recurrencia y de que haya más daños de la médula espinal, suele recomendarse la cirugía por encima del tratamiento conservador. Los objetivos de la intervención son aliviar la presión sobre la médula espinal y estabilizar la articulación de forma permanente. La presión suele aliviarse reduciendo las vértebras a su posición normal. Si el diente del axis tiene una malformación y está desviado hacia la médula, a veces habrá que extraerlo para aliviar la compresión. La articulación puede estabilizarse con muchas técnicas diferentes. Puede estabilizarse desde arriba (dorsal) o desde abajo (ventral). En la actualidad, la mayoría de los cirujanos usarán una técnica ventral, porque los abordajes dorsales no suelen lograr la fusión de los dos huesos y la estabilidad a largo plazo depende del tejido cicatricial y de la fuerza duradera de los implantes.

Hoy en día se prefieren las técnicas ventrales, porque permiten extraer el cartílago de la articulación para posibilitar la fusión y colocar un injerto óseo para estimular la consolidación del hueso. Este abordaje facilita la alineación correcta, la reducción y la extracción del diente del axis si es necesario. Las técnicas ventrales incluyen la colocación de clavos cruzados, los tornillos transarticulares, una combinación de clavos o tornillos y cemento óseo, o placas óseas (figuras 3a y 3b, 4a y 4b). La elección del tipo de reparación suele depender de las preferencias del cirujano y del tamaño del perro. Posibles complicaciones de la intervención quirúrgica:

  • Muerte por paro respiratorio repentino por daños a la médula espinal durante la intervención.
  • Degradación de la reparación con migración o rotura de los implantes.
  • Reducción inadecuada o mala alineación de la columna. Los implantes pueden ser colocados de forma incorrecta, causando dolor crónico o pinzamiento de la médula espinal, lo que requiere su eliminación. La colocación inadecuada puede ser un problema ocasionado por la pequeña cantidad de hueso disponible para fijar los clavos o los tornillos y por la pequeña zona diana en perros pequeños, para evitar el conducto raquídeo.
Figura 3b
Figuras 4a y 4b: radiografías posoperatorias de una estabilización con una combinación de tornillos y cemento óseo para formar un puente entre las cabezas expuestas de los tornillos.
Figura 4b
Cuidado Posteriores y Evolución

Es necesario el reposo estricto durante 6-8 semanas después de la cirugía. Pueden usarse collarines para tener un mayor soporte. Lo habitual es repetir las radiografías de control a las 4 y a las 8 semanas para evaluar la reparación y la consolidación.

El pronóstico de la inestabilidad atloaxoidea depende del grado de traumatismo de la médula espinal y de los déficits neurológicos ya presentes. Es bueno para los perros con signos clínicos leves y reservado para los que tienen parálisis, pero, si se descomprimen y se los estabilizan, es posible una recuperación significativa. Las tasas de éxito con la cirugía son significativamente más altas en perros más jóvenes (<2 años), perros con problemas más agudos (<10 meses de síntomas) y perros con problemas neurológicos menos graves.

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